Calabaza de Halloween
Manualidades

Calabaza de Halloween

¿Os imagináis un #Halloween sin calabazas decoradas? ¡Imposible! Este año empecé demasiado pronto… ¡la preparé el 12 de octubre! Y menos mal, porque si no, no hubiera podido hacerla. La tenía en el pueblo y este año el tema de los desplazamientos… está complicado. Pero sí que me dió tiempo ¡aquí teneís el resultado!

Aquí tenéis otro ejemplo de Calabaza de Halloween que hice hace algunos años. Por cierto, no os preocupéis que se aprovechó todo todito de la calabaza y si no lo creéis… ¡mirad qué festín se dieron ellas!

Calabaza de Halloween

¿Conocéis el origen de las calabazas de Halloween?

Según cuentan en la página web https://www.halloween.com.es/

El origen de la tradición nace en Irlanda, donde, un tacaño irlandés, llamado Jack, tuvo la mala suerte de encontrarse con el demonio en una taberna en la Noche de Halloween.

Jack engañó al diablo, entregando su alma a cambio de una última bebida. El diablo aceptó el trato y se transformó a sí mismo en una moneda para pagarle al tabernero la bebida de Jack. Jack cogió la moneda a toda velocidad y como tenía un crucifijo dentro su monedero, el diablo no pudo volver a su forma original.

Jack llegó a un acuerdo con el diablo en el que lo liberaba si le prometía no pedirle su alma en un plazo de 10 años y este aceptó. Diez años después de aquella noche, Jack se volvió a reunir con el diablo en el campo. El diablo iba para llevarse el alma de Jack, pero Jack pensó como salir de esa situación y dijo: «Iré contigo como acordamos, pero antes de hacerlo, ¿me traerías la manzana que está en ese árbol?».

Pero antes que el diablo se diese cuenta, Jack ya había tallado una cruz en el tronco del árbol, dejando otra vez al diablo atrapado y sin poder moverse. Entonces el diablo no pudo bajar. Jack le obligó al diablo a prometer que jamás le pediría su alma.

Jack murió años más tarde, pero no pudo entrar al cielo, por qué durante su vida había sido un pecador, borracho y un estafador. Cuando intentó entrar en el infierno, el diablo tuvo que enviarlo de vuelta, lo había prometido y no podía reclamar su alma. «¿A dónde iré ahora?», se preguntaba Jack y el diablo le contestó: «Vuelve por donde viniste» y vaga por el mundo de los vivos de nuevo aunque estés muerto. El camino de regreso al mundo de los vivos era oscuro y el viento no le dejaba ver nada. El diablo le dió a Jack un carbón encendido, para que le diera luz y le guiara en la oscuridad del camino de vuelta. Jack lo puso dentro de un nabo que iba comiendo, para que no se apagara con el viento.

Los pueblos celtas ahuecaban nabos y ponían carbón dentro de ellos. Depósitaban estos nabos en las tumbas, para iluminar el camino de regreso al mundo de los vivos a sus difuntos más queridos y así les daban la bienvenida. También servía para proteger de los malos espíritus.

Cuando con el tiempo los irlandeses llegaron a América, conocieron las calabazas y vieron que estas eran mucho más grandes y fáciles de ahuecar que los nabos, así que se cambió la tradición de meter una luz dentro de un nabo, por el de hacerlo dentro de una calabaza.